viernes, 16 de noviembre de 2012

"EN EL PATIO CABALLOS" (Artículos de opinión e investigación, por Juan Fernández)





EL INACABADO MISTERIO DE JESÚS DE LAS PENAS DE TRIANA.

En la actualidad el primer paso de la Hermandad de la Estrella, la popularísima corporación de la calle San Jacinto, narra los preparativos de la Crucifixión. Dos sayones preparan la Cruz ante la mirada de un soldado romano, siguiendo el Pasaje Bíblico de -Mt 26,33- “Llegando al sitio llamado Gólgota, que quiere decir ‘de la Calavera’, diéronle a beber vino mezclado con hiel; más en cuanto lo gustó, no quiso beberlo”.

Desde sus primeras salidas procesionales en el siglo XVII el Cristo iba acompañado de esbirros preparando el suplicio, figurando también la cruz tendida, la túnica inconsútil y la jarra de vino mirrado.

En 1881, en plena reorganización, se plantea una idea que no fue llevada finalmente a cabo. Un misterio que presentaba a un hebreo al lado derecho del Señor, otro con una copa de vino mirrado y detrás un tercero poniéndole de nuevo la corona de espinas. Al lado izquierdo del Señor y en primer término un grupo de tres romanos en actitud de tirar el dado con el que sortearon la túnica del Salvador y los otros dos presenciando la suerte llevando uno de ellos al brazo la Sagrada Túnica. Por la parte de la espalda un grupo con San Juan Evangelista y las Tres Marías y tras ellos dos centinelas romanos en las puntas del canasto y en el centro de un centurión con el Senatus.

En el último cuarto del siglo XIX, el Cristo procesionó solo hasta que en 1891 la cofradía solicitó al arzobispado la cesión de unos sayones que se encontraban sin uso en la Parroquia de Omnium Sanctorum pertenecientes a la cofradía de la Sagrada Cena, vulgo Los Terceros, y que desde 1882 dejaran de hacer estación de penitencia. La cesión, inicialmente para una sola Semana Santa, se prolongó hasta 1907 lo que justificó la reclamación de las figuras por la hermandad de la Cena incorporarlas en el paso del Señor de la Humildad y Paciencia .Desde 1908 el Cristo de las Penas procesionó en solitario en su paso, hasta que en 1952 estrenó el nuevo misterio de Castillo Lastrucci. Una vez devueltos los sayones a la hermandad de la Cena, atribuidos a Manuel Pérez Gisbert, La Estrella se planteó en 1925 encargar unas nuevas figuras que definitivamente no se realizaron. Los judíos objeto de la polémica perecerían más tarde en el incendio de la Iglesia de Omnium Sanctorum de julio de 1936, tras haber procesionado en los últimos años situados delante del Señor de la Humildad y Paciencia en un paso que había pertenecido a la hermandad de Los Gitanos.

La corporación de la Estrella, desde la etapa de su reorganización a finales del siglo XIX, intentó crear un misterio con hasta trece esculturas más la imagen del Cristo de Arce. Sin embargo, la estrechez económica impidió que hasta mediados del siglo XX no se lograra materializar el proyecto. Ya en 1949 la Hermandad iniciaría las gestiones para la ejecución del ansiado propósito, para lo que se mantuvieron conversaciones con Lastrucci, que maduraron en octubre de dicho año.

En el boceto presentado, la escena se reducía a seis imágenes secundarias, de las trece que en un principio se pensaron, que Lastrucci entregó el 24 de abril de 1941, pero no fue aceptado por su alto precio: 24.000 pesetas. La falta de autorización eclesiástica que no terminaba de aprobar el misterio, así como la de liquidez económica de la cofradía, que dedicaba todos sus esfuerzos entonces a la realización de un nuevo paso, retrasaron su ejecución definitiva. 


El 17 de abril de 1950 se encargan las tres figuras actuales, Castillo Lastrucci se comprometía a tallarlos en madera de abedul y hacer entrega antes de la Semana Santa de 1951. Una repentina enfermedad del escultor y el retraso en los pagos de la Hermandad, hicieron que éstos se entregaran el año siguiente, el 6 de abril de 1952. Costaron 28.000 pesetas, a satisfacer en mensualidades de 1.200.

Como curiosidad, apuntar que el sayón que ahueca la tierra, está inspirado en uno de los personajes que aparecen en un grabado de Gustave Doré de 1865,"La Torre de Babel", poniendo de manifiesto una vez más, la inspiración de Castillo en las litografías realizadas por el francés.

Para acabar, diremos que Cayetano González o José Rivera entre otros, fueron algunos de los otros imagineros que se ofrecieron a realizar el misterio, incluso desinteresadamente, propuesta que finalmente no cuajó.

 
En la actualidad, el imaginero trianero José A. Navarro Arteaga, autor de los dibujos que se adjuntan, ha esbozado, siguiendo la traza de los proyectos históricos de la cofradía, dos proyectos de nuevos misterios que de momento han sido aparcados tras Cabildo, a la espera quien sabe, de ver alguna vez la luz.